Del ser humano puede esperarse todo. O eso nos ha demostrado la historia que nos ha presentado al ser humano como al mayor héroe o el mayor tirano. El ser humano es de todo y , por ende, también dueño de sus ideas. Ahora bien, tal vez me equivoque porque muy rara vez susodichas ideas son intrínsecas. Yo diría que nos ha dado por copiárnoslas de otros, así de baladí .Porque vamos a ver, usted puede sentirse como el mayor de los demócratas, pero no por ello ha sido usted su inventor, así que, menuda lástima. Ahora bien, sí que ha habido en la historia personajes con ideas intrínsecas. Pongamos como ejemplo a Sócrates, Platón, Copérnico y yo que sé quién más porque no es que precisamente se trate de un grupúsculo. Sí, estos gerifaltes poseían ideas propias pero como les suele ocurrir a esta clase de personas también es proverbial su extremosa idiosincrasia. Veamos. Sócrates era un tipejo al que le producía una fruición inefable pasearse por las calles de Atenas y parar al primero que se ponía en su camino y decirle aquello de:" Oiga joven, ¿qué es el bien? o mejor explíqueme usted en que consiste la idea de bien “Claro que ante semejantes preguntas o se lo tomaba uno en serio o bien por un mero payaso. Ese es su caso. También el caso de Arquímedes es digno de estudio, de verás .A susodicho señor le dio por salir, cierto día, desnudo de su bañera y pasearse así por las calles de Siracusa (si no recuerdo mal) y todo porque había descubierto una ley física. Si a usted le suena eso de "Eureka" no les será del todo ignoto su caso. De todas formas, qué más da, los griegos encontraban muy natural que sus pensadores fueran unos chiflados. Ya, empero, la cosa no acaba aquí, dejemos ya de lado al gordinflón de Sócrates y vayamos al siglo de la ilustración. Allí nos encontraremos con el señor Kant. Susodicho señor es el inventor de un sistema filosófico digno de elogio, que menos. Pero es que lo de este señor tiene cuento. Kant no salió en su vida de su pueblo (no sé si me equivoco pero creo que se trataba de Konigsberg) Vale, puede que este exagerando, según ustedes, porque al fin y al cabo tampoco sería cosa de otro mundo. Empero la cosa no acaba allí. Todas las mañanas se levantaba a las cinco en punto de la madrugada, se dedicaba todo el día a los menesteres propios de un filósofo y se acostaba a las diez en punto de la noche. No sé qué habría sido de él si no hubiera invitado de vez en cuando a sus amigos a su casa. Una curiosidad. Con sus amistades jamás hablaba de filosofía. En el siglo XIX, nos encontramos con otro gerifalte que podría rellenar todo un historial clínico: Schopenhauer. A este alemán le dio por odiar exacerbadamente a todas las mujeres, tanto es así que cierto día arrojó a dos vecinas suyas por las escaleras porque le molestaba que hablaran delante de su casa .Era todo un pesimista que acabó muriendo sólo, pero es que cuando lo encontraron finado, parecía inclusive feliz. Eso me hace tener mis dudas, ¿No será que también el como Sócrates pensaba que la vida era el mayor de los males? Nunca lo sabremos. Todos estaban chiflados y no voy a excluir de entre ellos a mi adorado filósofo: Friedrich Nietzsche. Era proverbial entre sus conocidos que la suya nunca fue una vida tranquila. Atravesó varias épocas de depresión y más de una mujer rechazó sus proposiciones amorosas (entre ellas Lou Andrea Salomé) Muchas veces andaba más sólo que la una. Cierto día le dio por pelearse con su amigo, el compositor Richard Wagner, tanto es así que acabó escribiendo un libro dónde le vituperaba abiertamente. Lo peor no fue eso, sino que un día mientras caminaba por la calle vio como el dueño de un carruaje apaleaba a su caballo ya que este se negaba a andar. Allí le vino el último acceso de locura a nuestro filósofo. Le dio por abalanzarse sobre el caballo y chillar como un poseso, con el fin de protegerlo. Imaginen ustedes la cara del dueño del carruaje y la de los que por allí de paseaban. Resultado: Nietzsche acabó en un sanatorio. En fin, ya ven ustedes cuán sorprendentes y extravagantes pueden llegar a ser algunos genios. Ellos serían, dicho prosaicamente, como la Lady Gaga de su época.
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