miércoles, 24 de diciembre de 2014

Iguales.

El señor S salió como cada mañana a dar una vuelta. Para despejar emociones y sensaciones escondidas en lo más profundo de su alma. Así como lo hacía siempre, por los mismos lugares y a las mismas horas. Últimamente se sentía cariacontecido , desvalido , insomne y desgraciado. No era hombre de excesos ni de veladas en bares en los márgenes de la ciudad, pero , aún así, era consciente de que algo se había adueñado de su alma, algo que no le soltaba ni en aquellas noches en que concertaba cenas con hermosas jovencitas en la flor de la vida , que más unas que las otras, comenzarían a contarle sus estúpidos sueños . El señor S, hombre destacado , iracundo y notable donde los hubiera, quería hacer un cambio en su vida. Y su edad , pasados los cincuenta , le parecía la más adecuada para comenzar. Pues toda su vida no fue otra cosa que un saber estar entre parámetros de decencia  y responsabilidad , citas furtivas aquí y allá , y una esposa con la cual llevaba a cabo interesantes conversaciones sobre los temas más trascendentes en las noches más intrascendentes. El reconocimiento lo acompañaba allá donde iba; las falsas sonrisas, los mantos de falsa verdad que no se terminaban por extender sobre su alma y las falsas miradas de gratitud. Nada más podía pedirle a la vida , o quizá sí, quizá podía pedirselo todo una vez más y esta vez mejor. Así pues , ahí estaba , disponiéndose como cada mañana a realizar el mismo viaje rutinario entre las gentes , los rincones y los árboles , para acabar una vez más a las afueras de la ciudad mirando solitariamente el mar , con la excepción de dos o tres pescadores que se agrupaban para contarse años de juventud ya perdida. No obstante , esta vez fue distinto. Esta vez al llegar a una zona llena de rocas que embellecía sobremanera aquel paisaje nostálgico, la vió sentada.  Era una joven de aspecto inocente , con formas voluptuosas y semblante taciturno . No pasaría de los 23 , o quizá ni de los 18. Llevaba un libro en sus manos , ya olvidado hacía rato porque su mirada estaba perdida allá donde el mar se termianba uniendo con el cielo. El señor S se quedó absorto contemplándola , sin saber qué hacer o qué decidir . Sabía que siempre había sido ese hombre "honorable" que decían sus compañeros , amigos y conocidos y sintió admiración y desprecio por estar mirándola de aquella forma . Aquella chiquilla solitaria podría ser su hija. Pero estaba claro que no era más que una extraña. Se dijo a sí mismo en contadas ocasiones  hacía pocos días , que no volvería a caer , ya era bastante haberlo hecho tantas veces , tantas y tantas veces...era como una especie de obsesión, para demostrarse que aún podría poseer en su alma la eterna juventud un par de años más , un par de días o minutos más.Después dejaba de buscarlas , dejaba de comprarles regalos caros o hacerles llamadas a primera hora de la mañana para preguntarles por su vida  y sus sueños . Ahora ya no ...o tal vez en pocas ocasiones , donde sentía más cariño hacía ellas que otra. Se dispuso a acercarse a la joven que se había levantado hacía poco y ahora estaba cerca de la orilla. Ella le vio acercarse y esbozó una tímida sonrisa. De pronto , horrorizado se percató de todo . Aquella casi niña que estaba delante de él no poseía en ella la inocencia y desorientación que le pareció ver en un primer momento en ella. En el fondo ella era igual que él o incluso peor. Lo único que ocurría es que ella aún no se había dado cuenta de hacia dónde la llevarían sus impulsos y la seducción que pudiera ejercer sobre él y los demás hombres. Le preguntó su nombre y su edad sin estar luego muy seguro de lo que ella le había dicho , pero de todos modos , eso no importaba . Le dijo que podrían verse a la mañana siguiente y así en los sucesivos días , hasta que él tuviera que marcharse a algún viaje o le surgiera algún imprevisto. Ella aceptó al instante porque nada malo podría salir de ello. La llevaría a lugares maravillosos , le contaría historias adornadas con unas cuantas mentiras y cada día se sentarían frente a las orillas del mar para contarse mentiras llenas de felicidad . No era tan alto el precio a pagar.

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