martes, 2 de diciembre de 2014

Schopenhauer, enamorado.

Johanna y su hija Adele.
Podría parecer hasta una contradicción, porque uno de los más grandes filósofos que nos ha dado la historia del pensamiento-El mundo como voluntad y representación- era bastante conocido por su misogínia , entre otros aspectos , claro está. Arthur Schopenhauer (1788-1860) nació en el seno de una familia de la alta burguesía de Danzing.  Su padre era un gran comerciante de la época y se esperaba que el hijo siguiera con la tradición . Pero , hete aquí  que el padre falleció dejando así mayor libertad a la decisión que el joven Arthur tomara acerca de su futuro . Dedicarse a las humanidades y a la filosofía , su verdadera pasión o seguir con el comercio. De quien siempre tuvo el mayor apoyo fue de su madre Johanna, una mujer vitalista para la época, pintora y escritora , que tras la muerte del esposo se dedicó a organizar tertulias literarias en Weimar y a relacionarse con personajes de renombre como el mismisimo Goethe. Sin embargo , a pesar de contar con su apoyo , lo cierto es que Arthur la odiaba (la llegó a acusar del suicidio de su padre) tanto a ella como a su hermana menor , Adele. Las discusiones entre madre e hijo eran frecuentes sobre todo debido al complicado carácter de éste último. También es cierto que demostraba poco aprecio hacia las mujeres en general y a consecuencia de ello nunca tuvo éxito con ellas . Ni en sus relaciones más superficiales , ni en el amor. En su juventud se enamoró de una actriz que ni tan sólo cayó en que él existía. Llegó a tener un hijo con una camarera que murió al poco de nacer y estuvo con una dama de dudosa reputación que respondía al nombre de Teresa Fuga . En otra ocasión , y pensando en que quien la sigue la consigue , se obsesionó con una enfermiza dama de la aristocracia inglesa y- por qué no- estuvo también con una actriz del Teatro Nacional. La anécdota llegaría cuando , tal vez en su desesperación por encontrar el amor , le pidió matrimonio a una jovencita de 17 años , claro , que la respuesta fue un rotundo "no". Pero resulta que al final la suerte le sonrió , aunque fuese en las postrimerías de su vida. La afortunada fue una joven escultora llamada Elizabeth Ney , que lo visita en 1859 , con el propósito de terminar un busto del ya reconocido filósofo , y que llegará a convivir con él durante un mes. Un mes en el que el mismisimo Arthur llega a decir que parecería que estuvieran casados . ¡Quién lo iba a decir! Justamente al final de su vida es cuando acaba reconociendo que cuando una mujer logra separarse del montón , puede llegar a crecer incluso más que el hombre . Pero antes de afirmar todo esto , el huraño Schopenhauer llegó a tirar a una vecina cierto día escaleras abajo sólo porque la susodicha muchacha no quería clausurar la conversación con una amiga en el descansillo de su casa , y por supuesto , a él que le molestaba el ruido le molestaba la cháchara , o soltar frases como "Las mujeres existen únicamente para la propagación de la especie y toda su misión  se reduce a eso" Pero como dicen por ahí : rectificar es de sabios .

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