domingo, 19 de febrero de 2012

El sincericidio que acabo por no serlo, Don Manuel .

¿Hata dónde debemos ser sinceros?

Don Manuel Gómez Montalvo , profesor de Historia del Arte  de la universidad Complutense de Madrid , (y por  desgracia uno de mis amigos ) me hablaba uno de estos días pasados, mientras estabamos visitando una de las catedrales de Valencia , de sus historias , que el hombre tiene muchas . Don Manuel es el típico catedrático que acumula un montón de saber pero que no se jacta por ello . Nuestra conversación en aquel instante versaba sobre la historia del arte , y más concretamente aún , sobre el genio Miguel Ángel y sus ingentes obras. Reconozco que me perdí entre tantas fechas , anécdotas , obras y demás , no obstante  hacía todo lo que me permitía mi paciencia por escucharlo y por no salir disparada de aquel lugar porque , a la postre , se supone que yo siempre había mostrado mi simpatía sobre la Historia del Arte ( o al menos eso solía yo demostrar en clase). Me disponía a escuchar su sempiterno discurso sobre "La Pietat " cuando aquel buen señor cansado ya de tanto caminar por las calles ,de edificio en edificio , me propuso que paráramos en alguna cafetería. Ya esperando a que algún holgzán camarero nos sirviera , Don Manuel me preguntó dónde se encuentra el límite de la verdad dicha . Lo primero que pensé fue que ese hombre se habiá vuelto loco. Nunca había visto que se interesase por algo que parecía más filosofía que otra cosa. Lo primero que hice antes de contestar fue mirarle incrédula , asustada y después con la hilaridad asomando a través de mis ojos . Se había vuelto loco.
Contesté que no entendía su pregunta ( quedó muy teatral) y me dispuse a evitar a mi querido profesor con la mirada . El señor que es un obcecado donde los haya siguió en la suya y comenzó a hablarme del sincericidio ; o mejor dicho aquellas verdades que acaban por "matar " a uno de lo crueles que llegan a ser . Preguntome si alguna vez me había acaecido el decirle a alguien una verdad que aquel en concreto no se esperaba . Mi respuesta más inmediata fue que no. Luego, y tas meditar largo y tendido, llegué a la conclusión de que sí me ocurrió en alguna ocasión. Más bien en una . Una ocasión en que perdí totalmente mis papeles y mi cordura ( si es que al vez la tuve ) y acabé diciendo tantas estupideces y todas producto del amor que sentía por aquel . Lo extraño es que me lo guardé durante un año entero y para cuando el individuo en cuestión me preguntó , fuí mintiendo , descaradamente , supongo que ese siempre lo supo . " ¿Y qué ocurrió?"- me preguntó Don Manuel. Le conteste a mi genuíno profesor que conté la verdad y que el remedio acabo siendo peor que la enfermedad ." Y,¿ cómo se siente usted ahora , jovencita?" - siguióme interpelando el profesor . "Oh, mejor que nunca . Me rio mucho , también me averguenzo mucho. Me siento como aquel animal que acaba de salir de su madriguera tras un largo invierno; mientras mi ego no sea el que vaya dirigido por delante de mi consideración..." Contestación absurda la mía. Don Manuel tomó  un sorbo de su café. Yo miré un instante el edificio que teníamos delante . " Pero , Don Manuel" - dije al cabo de un rato . " A ese individuo le puse yo el pseudónimo de Manuel también... lo que me parece que no hice fue decirle jamás la verdad . ¿ Se considera un sincericidio contar locuras ,y entre ellas sentimientos, por escrito ?" Lo que está es usted loca , joven " - Dijo al cabo de un rato .
Tras aquella extraña charla proseguímos con la sempiterna explicación de arte : yo , Don Manuel , el fantasma de la la mentira ambulante y la verdad dicha a aquel amigo del que yo le hablé a Don Manuel , que resulto enfadarse muchísimo ; y por una verdad.

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