miércoles, 4 de abril de 2012

Meditaciones para Fernando.

Enmudece la noche mientras el silencio da sus últimas campanadas antes de dormir a la luna.Es curiosa la sensación disparatada que te produce estar flotando sin nada más que el infinito que crece infinitamente.Acunas pensamientos , los muerdes , los golpeas hasta exprimir toda aquella esencia que en ellos se esconden. De pronto comienzas a sobrevolar aquella ciudad . La ciudad de las luces . La ciudad de no sé cuantas cosas más. Te conviertes en un niño. Un eterno niño...
Amanece . Amanece sobre sus tejados . Los pájaros comienzan a cruzar el cielo.Cae el tibio rocío.Núbes de algodón.Hierro fundido. Posas tu mirada sobre las cristalinas aguas del Sena. Posa ella la suya. Te vi reflejado sobre aquellas aguas . Muchos más años son los que llevabas encima. Muchas ilusiones que te dejaste por el camino. Te comence a soñar allá. Tú ya lo sabes , que siempre te lo decía yo, Fernando, querido, en aquella biblioteca , ah, sí, ya caigo . La Biblioteca Nacional. Que si fácil es de recordar en la realidad, querido, poco se acuerda una en un sueño y más aún si adquierte un aspécto tan fantástico.Pero allí estabas tú; rodeado de tu afasia personal. Tú y no se cuántos años más encima . Tú y la tristeza por la pérdida de la juventud . Tú, que ya no eras ese tú de hace veinte años.Pero bueno, hijo mio, que han pasado muchas cosas desde entonces . Veinte años dan para mucho, que ya me lo decía a mí la señora Luísa , y eso que la doña Luísa no mentía nunca .Pero a tí que te olvidé un poco, dejé de soñarte y comencé a soñar a esa señora , aquella de la eterna sonrisa melancólica . Ah, sí, ya recuerdo, "La Mona Lisa", que dí todo lo que tu quieras , Fernando, pero si esa mujer no es realmente enigmática ,no sé hijo lo que será...que a fin de cuentas me tendrás que perdonar , que no es una muy ducha en el arte, querido, que las cosas nos han ido como nos han ido y a la escuela poco que iba yo, así que cómo hacer para aprender todo eso...Y Fernando, querido, la cúpula dorada de los inválidos. Y por último, una gárgola de Notre Dame me capturó en sus brazos y me murmuró no sé que cosa , hijo mio, que pensaba una dentro del sueño que era la cosa más rara. Díjome muchas cosas, entre ellas que París era la ...no sé , hijo, que lo tiene una muy confundido todo. Que tú qué te crees , Fernando; no puede una acordarse de todas las cosas que sueña...Pues sí, hijo, que vi el boulevard de Saint-Germain-des -Prés en aquel otoño parisino. Las cosas que una sueña , Fernando. Veinte años después . Veinte años después de no haber ido a ningún sitio. ¡cómo cambian las cosas!

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